Un auténtico remanso de paz, entre montañas verdes y tranquilas y ríos sinuosos que invitan a la lectura en sus riberas. Establecimiento boutique, con un equipo familiar muy completo que está pendientes de todo, desde Jesús un gran experto en vinos, pasando por Lorena en cocina y sala, con Silverio de logística, un gran plantel. En un pueblito delicioso, tranquilo, de cuento, donde vuelan águilas, corren caballos y la tranquilidad es la norma. Es increíble que esté muy cerca de Pamplona y sea tan acogedor. Tiene ascensor con lo cual para quien pueda andar con problemas de movilidad es ideal. Muy muy recomendable. Se come además muy bien en el propio hotelito o en el pueblo donde Pello. Estuvimos como base para la visita a las cuevas de Urdax y Zugarramurdi que son imprescindibles. Volveremos.
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